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Orden

La palabra orden se deriva de la palabra latina ordo y puede tener dos significados: el primero es la disposición de las cosas en el lugar que les corresponde y el segundo hace referencia a la relación de las cosas entre sí. Mientras que la primera definición nos habla del orden externo o material, la segunda definición implica un orden interior y exclusivo de la razón, ya que la relación entre las cosas no puede ser captada por los sentidos, sino por la razón, por lo que podemos afirmar que el orden en un sentido estricto solo puede ser vivido por el hombre.

Por lo dicho anteriormente debemos de reconocer la importancia del orden en la vida  humana, que aun no siendo una virtud cardinal, sin él no sería posible vivir las demás virtudes, como bien decía el San Josemaría: “¿Virtud sin orden? -¡Rara virtud!”.

Dicha importancia nace del mismo ser del hombre, como un zoon politikón, como lo definiera Aristóteles, como un ser social, un ser que entitativamente es relacional, un ser que está abierto al mundo que lo rodea y que por lo tanto su desarrollo exige el encontrar y dar orden a las cosas en relación consigo mismo y de las cosas entre sí.

Así mismo el ser del hombre es limitado, no lo puede todo, por ello es necesario que priorice su hacer diario, gastar la vida (por decirlo de alguna forma) en aquello en lo realmente vale la pena vivir.

Vivir el orden implica poner en orden el orden, es decir en que es lo primero que debo de tener orden, y lo primero es tener orden en la cabeza, en nuestras ideas, en nuestros principios y en nuestros valores, gracias a lo cual tendremos un criterio claro para decidir entre lo más importante y lo menos importante. Vivir sin prioridades sería movernos como una hoja al viento, sin trayectoria y sin destino.

Si tenemos orden en nuestra cabeza, podremos poner orden en nuestras vidas. Los criterios nos ayudan a decidir sobre lo que debemos hacer. Lo que sigue es hacerlo, ello implica organizarlo, priorizar lo que tenemos que hacer para lograr lo que nos hemos propuesto. El orden nos permite ejercer el autodominio, controlar lo que nos sucede y no dejar que lo que nos sucede nos controle a nosotros, evitar la dispersión, no confundir la creatividad con la fantasía o las ensoñaciones.

Por último hablemos del orden material o externo y éste se refiere a los utensilios y herramientas a través de las cuales llevaremos a cabo lo que hemos decidido. A este respecto es de suma importante recalcar el hecho de las herramientas y utensilios son medios y son importantes en la medida que ayudan al fin que nos hemos propuestos. Vivir el orden material no es un fin en sí mismo, es decir el orden ha de servir al hombre, lo contrario no es virtud, sino un comportamiento obsesivo y una falta de orden, ya que no colocamos a las cosas en el nivel que les corresponde.

El orden material empieza por las cosas que son más mías, el orden de mi oficia empieza en mi escritorio, en mis cajones; el orden de un alumno empieza en su mochila, en su pupitre. Y lo mismo pasa en la familia, si queremos una casa ordenada hemos de empezar primero por poner orden en nuestras cosas.

Vivir el orden no es ahogar la libertad sino por el contrario encausarla, un tren que corre libre sin vías está condenado al desastre, de igual forma un hombre que va por la vida sin unas vías sólidas y claras que lo guíen a su destino está condenado al fracaso, a no hacer nada

Guillermo Hernández Lee


CAMINO Josemaría Escrivá de Balaguer. Minos.