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Medalla al mérito

El Senado otorgó, de manera póstuma, la Medalla Belisario Domínguez al ingeniero Gonzalo Rivas Cámara, llamado “el héroe de la gasolinera” quien, para evitar la muerte de cientos de personas, murió por las quemaduras que sufrió, al cerrar la válvula de una bomba de gasolina, incendiada durante una protesta.

El Senador Roberto Albores destacó que Gonzalo había actuado responsable y humanamente solidario.

Este hecho hace evidente la necesidad de hablar de la virtud de la responsabilidad. Es tener la disposición habitual de cumplir con las obligaciones propias de nuestro estado y asumir las consecuencias de nuestras acciones, respondiendo siempre de ellas.

Oímos hablar continuamente de derechos y sin embargo, poco o nada se dice de las obligaciones que le son inherentes, sabiendo que, a todo don, corresponde una responsabilidad y a mayor don, mayor responsabilidad.

Cada persona y especialmente los católicos, debemos ser conscientes de la infinidad de dones recibidos y saber responder, ante Dios, ante la sociedad y ante nuestra propia conciencia, del cuidado y uso o abuso de todo lo que recibimos de Él.

Un valor que no tiene edad.

Recientemente fue canonizado el niño José Sánchez del Río, quien defendió su fe, sufriendo el martirio en su corta edad, lo que contrasta con la actitud de muchas personas que se rigen por la ley del gusto y la del mínimo esfuerzo, haciendo las cosas “al ahí se va”, para “salir del paso”, o que eluden sus responsabilidades con excusas, culpando a otros o argumentando, "soy libre y hago lo que me da la gana", “es mi vida”, “es mi cuerpo”, queriendo expresar así, que no rinden cuentas de su comportamiento ante nadie y obviamente, la libertad humana no funciona así.

No hay libertad sin responsabilidad.

Nuestras actitudes y actos, para bien o para mal, siempre afectan, no sólo a nosotros mismos, sino también al prójimo y a la sociedad. Somos como los vasos comunicantes, que al tener un fondo común, si aumenta uno, aumentan los demás y si disminuye otro, disminuyen también los demás. Iglesia, familia, escuela y sociedad, deben por esto, propiciar el buen uso de la libertad y no una libertad sin responsabilidad.

Responsabilidad cristiana.

San Josemaría Escrivá, en el punto 831 de Camino nos dice, “Eres, entre los tuyos —alma de apóstol—, la piedra caída en el lago. —Produce, con tu ejemplo y tu palabra un primer círculo... y éste, otro... y otro, y otro... Cada vez más ancho. ¿Comprendes ahora la grandeza de tu misión?

Según las circunstancias, edad, condición social y estado civil…, debemos comprometernos en defender justamente los derechos de cada persona e institución y al mismo tiempo, personal e ineludiblemente, ser responsables de cumplir nuestras obligaciones y deberes y de enseñar a otros a serlo.

Educar en la responsabilidad.

Es favorecer que cada persona integre, la razón (piense, razone), la voluntad (elija libremente el bien) y sus sentimientos (ame el bien), con miras a conseguir un ideal (Dios)

Los padres, para formar personalidades maduras, que asumirán sus propios compromisos y los cumplirán fielmente: dialogan y razonan con los hijos, les permiten tomar decisiones, asignan responsabilidades y establecen normas, enseñan a asumir consecuencias y animan a rectificar.

La familia cristiana tiene así la responsabilidad de ser, fermento de vida cristiana, escuela en humanidad, escuela de virtudes, santuario de la vida, semillero de vocaciones…

Medalla al mérito

La propongo para aquellos héroes anónimos, que nunca serán noticia, y son “almas con sentido de responsabilidad, con afán apostólico, con competencia profesional”. San Josemaría. Es Cristo que pasa. P.50

“De que tú y yo nos portemos como Dios quiere,
no lo olvides, dependen muchas cosas grandes”

Rosa E. Ruiz
roscarlos@yahoo.com

Fátima Calzado
Asesora: María Cervera Gil. Psicopedagoga y O.F.
www.hacerfamilia.com