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Un estilo de vida, en tres palabras

Rosa Ruiz de Carlos

roscarlos@yahoo.com

Se podría pensar que los buenos modales son algo puramente convencional, que se pueden modificar o incluso trasgredir a placer.

“Lo cuenta San Lucas, en el capítulo séptimo: “le rogó uno de los fariseos que fuera a comer con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se puso a la mesa. Llega entonces una mujer de la ciudad, conocida públicamente como pecadora, y se acerca para lavar los pies a Jesús…”

El Señor dice al fariseo…“Yo entré en tu casa y no me has dado agua con que se lavaran mis pies; y ésta los ha bañado con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me has dado el ósculo, y ésta, desde que llegó, no ha cesado de besar mis pies. Tú no has ungido con óleo mi cabeza, y ésta sobre mis pies ha derramado perfumes. Por todo lo cual, te digo: que le son perdonados muchos pecados, porque ha amado mucho”.

“Jesús echa de menos esos detalles de cortesía y delicadeza que el fariseo no ha sido capaz de manifestarle, así aprendemos de Él que no es cristiano comportarse mal con el hombre, criatura de Dios, hecho a su imagen y semejanza”. San Josemaría. Amigos de Dios. P. 73

"La cortesía, decía San Francisco de Asís, es hermana de la caridad, que apaga el odio y fomenta el amor." Por eso, una persona grosera y descortés a duras penas podrá vivir la caridad.

Las virtudes humanas son el fundamento de las sobrenaturales, están en la base de los usos y costumbres de los pueblos, lo que se entiende como urbanidad o educación. Y es la familia el ámbito donde mejor se aprenden y cultivan. J.M. Martín | www.opusdei.es

Al respecto, el Papa Francisco nos dice:

“permiso”, “gracias”, “perdón”… abren el camino para vivir bien en la familia, para vivir en paz. Encierran una gran fuerza; la fuerza de custodiar la casa, también a través de miles dificultades y pruebas.

…la buena educación es muy importante. Un gran Obispo, san Francisco de Sales, solía decir que “la buena educación es ya media santidad”. …entendemos la buena educación en sus términos auténticos, donde el estilo de las buenas relaciones, está firmemente radicado en el amor del bien y en el respeto por el otro.

1. La primera palabra “¿permiso?” Cuando nos preocupamos por pedir gentilmente… ponemos una verdadera protección para la convivencia matrimonial y familiar. ¡También el Señor pide el permiso para entrar! (Apocalipsis)

Antes de hacer una cosa en familia: “¿Permiso, puedo hacerlo?” “¿Te gusta que lo haga así?”

2. La segunda es “gracias”… en el seno mismo de la familia. Debemos hacernos intransigentes sobre la educación a la gratitud, al reconocimiento: la dignidad de la persona y la justicia social pasan ambas por aquí. Si la vida familiar descuida este estilo, también la vida social lo perderá.

La gratitud luego, para un creyente, está en el corazón mismo de la fe: Es la flor de un alma noble. Es una bella cosa. Un cristiano que no sabe agradecer, es uno que ha olvidado la lengua de Dios…

3. La tercera es “perdón”. Palabra difícil y necesaria. Cuando falta, pequeñas grietas se ensanchan – también sin quererlo – hasta transformarse en fosos profundos. Reconocer de haber faltado y ser deseosos de restituir lo que se ha quitado – respeto, sinceridad, amor – nos hace dignos del perdón...

Estas tres palabras-claves de la familia, son palabras simples... Pero cuando las olvidamos, no hay más nada para reír, ¿verdad?

El Señor nos ayude a volverlas a poner en el justo lugar, en nuestro corazón, en nuestra casa, y también en nuestra convivencia civil”.

VATICANO, 13 Mayo 2015