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HUMILDAD

Esta es la virtud que nos ayuda a conocer simultáneamente, nuestra miseria y nuestra grandeza. La humildad es una virtud fundamental en cuanto aparta el principal obstáculo, la soberbia, raíz de todo pecado, porque la soberbia destruye la humilde sumisión y obediencia que la criatura debe a Dios.

El primer pecado del hombre fue un pecado de soberbia: el deseo de la ciencia del bien y del mal, para guiar, solo, sus pasos y sacudir el yugo de la obediencia. Para Santo Tomás, la soberbia es más que un pecado capital, es la fuente de todos ellos, particularmente de la vanagloria, que es uno de sus primeros efectos. La soberbia es un pecado del espíritu, menos vergonzoso en sí y menos degradante, pero más grave que el pecado carnal, porque aleja más de Dios y Santo Tomás la define como el amor desordenado de la propia excelencia.

El soberbio pretende, efectivamente, parecer más de lo que es en realidad. Hay mucha falsedad en su vida. Se funda en una desmedida consideración y exagerado aprecio de los propios meritos y de los defectos ajenos, que exageramos para alzarnos sobre los demás..

Mientras el soberbio desea sin moderación la propia excelencia, el magnánimo se sacrifica por una causa grande, superior a él, y de antemano da por buenas las humillaciones, con tal de conseguir aquello que para él no es sino el cumplimiento del deber.

La soberbia, dice san Agustín, es un descaminado y torcido amor de grandezas.

La soberbia es un velo que nos tapa los ojos del espíritu, y nos impide ver la verdad, sobre todo en lo que atañe a la grandeza de Dios y a la excelencia de los que son más que nosotros. Nos quita la docilidad en dejarnos dar lecciones, y solo nos permite aceptar normas de vida después de haberlas discutido. La soberbia arruina y tuerce nuestra vida.

DIFERENTES MODOS DE SOBERBIA

San Gregorio enumera diversos grados: creer que uno tiene por si mismo aquello que ha recibido de Dios; creer que se es merecedor de lo que gratuitamente se ha recibido; atribuirse un bien que no se posee; pretender ser preferido a los demás y menospreciarlos.

San Bernardo enumera diferentes manifestaciones progresivas de la soberbia: curiosidad, frivolidad de espíritu, alegría necia y fuera de lugar, jactancia, singularidad, arrogancia, presunción, no reconocer los propios yerros, disimular las faltas en la confesión, rebelión, libertad desenfrenada, habito de pecar hasta el desprecio de Dios.

Diversas maneras de soberbia son también enorgullecerse del nacimiento, de las riquezas, de las cualidades físicas, de la propia ciencia, y de la piedad o de lo que parece ser tal.

DEFECTOS QUE NACEN DE LA SOBERBIA

Los principales defectos que provienen de la soberbia son presunción, ambición y vanagloria.

¿CÓMO SE HA DE SANAR LA SOBERBIA?

El principal remedio contra la soberbia es reconocer prácticamente la grandeza de Dios. Como lo proclamó el Arcángel San Miguel: ¿Quién como Dios’. “Sin mí, dice el Señor, no puedes nada” en orden a la salvación (Jn. 4,5). San Pablo añade: ¿Quién es el que te da ventaja sobre los otros? ¿O que cosa tienes que no la hayas recibido? Y si lo que tienes lo has recibido, ¿de que te jactas como si no lo hubieras recibido?

San Josemaría señala:
Recuerda, hombre, que eres polvo….-Si eres polvo, ¿por qué te ha de molestar que te pisen?

No eres humilde cuando te humillas, sino cuando te humillan y lo llevas por Cristo.

¿QUÉ HACER?

Espera en el Señor; vive de la esperanza, con amor y con fe. ¿Qué importa que seamos creaturas de lodo, si tenemos la esperanza puesta en Dios? Y si en algún momento el alma sufre una caída, un retroceso, se le aplica el remedio, acudimos a la confesión, y ¡a comenzar de nuevo!

BIBLIOGRAFÍA:
Amigos de Dios. San Josemaría Escrivá de Balaguer.
Camino. San Josemaría Escrivá de Balaguer.
Surco. San Josemaría Escrivá de Balaguer.
Las tres edades de la vida interior. R. Garrigou-Lagrange.