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La posesión de la propia alma se logra gracias a la paciencia (Santa Teresa.)

La paciencia como virtud nos ayuda significativamente a formar a nuestros hijos, es la clave para superar muchas de las dificultades en el matrimonio y nos permite alcanzar la propia conquista personal.

La paciencia es un barco que le permite al hombre llegar a ser dueño de sí, sus velas son la templanza y la fortaleza y su timón la humildad

Como toda virtud la paciencia exigen que vayamos realizando actos pequeños y continuos en los que el común denominador sea el dominio propio, pero éste sólo lo alcanzamos cuando comprobamos que somos más serenos y más ecuánimes.

La serenidad se logra cuando somos capaces de "ver " el futuro y podemos ponderar la importancia que el evento que vivo en ese momento, tienen en toda vida y en la conquista de mi propósito de vida. Los clásicos sugerían ese planteamiento al hombre invitándole a preguntarse ante cualquier hecho de su vida: ¿de qué me sirve esto para la eternidad?

Por otro lado, comprobamos que somos pacientes cuando logramos ser más ecuánimes, es decir cuando en circunstancias que pueden superar mi capacidad de autocontrol, asumo una decisión asertiva sin perder la serenidad. Para la vida cristiana la paciencia es clave. Como hija de la fortaleza la paciencia nos demanda dos tipo de acciones específicas para la propia conquista personal: enfrentar nuestros defectos y superar los obstáculos que nos impiden corregirlos. Esta es quizá la prueba más difícil en la conquista de la paciencia la superación para ser como cristiano un mejor Hijo de Dios.

Por lo tanto, la paciencia necesita que el cristiano tenga bien claro el fin que persigue y "lo quiera". Ese fin que San Pablo nos sugirió -ser otros Cristos, el mismo Cristo- sólo será conquistado con una continua lucha contra uno mismo para que a través de la perseverante penitencia que pacientemente se ejerza, se quite lo que sobra y se gane lo que falta en la conquista personal para ser como Cristo.

Sólo así, al lograr la conquista de la propia alma por la paciencia el cristiano y podrá compartir el ideal de vida de San Pablo: ser otro Cristo, ser el mismo Cristo para sus hermanos los hombres.

Roberto Rojas