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LAS COSAS MÁS VALIOSAS, NO TIENEN PRECIO

Rosa Elena Ruiz de Carlos

…Yo tampoco: tomamos fuerza de la adoración a Jesús Sacramentado.

Una persona, sabiendo que la Madre Teresa de Calcuta dedicaba su vida a atender a los más desposeídos, enfermos y rechazados por la sociedad, exclamó convencido- El trabajo que tú haces, yo no lo haría, ni por todo el oro del mundo. A lo que ella respondió: Yo tampoco.
Este hecho presenta muchas cuestiones que podemos abordar desde tres puntos de vista, el del periodista, el de las personas atendidas por ella y el de la futura santa.

El periodista:

La afirmación, yo no lo haría, ni por todo el oro del mundo, sería una respuesta muy común en nuestra sociedad, considerando que los “ismos”, hedonismo, consumismo, relativismo, nihilismo… han permeado en nuestra sociedad.

Aprovechemos esta ocasión para detenernos a pensar en cómo influyen en cada uno de nosotros estas filosofías. ¿Pienso sólo en pasármela bien? ¿Me preocupan únicamente mis planes y mis cosas? ¿Me comprometo sólo en aquello que me reporta un beneficio personal?

Las personas beneficiadas.

Cambiemos ahora de enfoque para ponernos “en los zapatos” de esas personas necesitadas, ¿Qué te gustaría que hicieran por ti? ¿Cómo te gustaría que te trataran? aun sabiendo que no tienes forma de corresponder o pagar el cariño, atenciones y cuidados de quienes, como la Beata Teresa, dan todo sin esperar nada.

¿A quién le debes?

Es tiempo de pensar si sufrimos la peligrosa enfermedad que el Papa Francisco llama el Alzheimer espiritual, “no pierdan la memoria, sobre todo la memoria de dónde los sacaron”. ¡Qué tienes que no haya recibido! A quién le debemos la vida, nuestra dignidad de ser personas e hijos de Dios, lo que somos y tenemos, familia, amigos, la naturaleza… Esas innumerables y valiosas cosas, que no tienen precio, y que son una prueba palpable del amor y del cuidado providente que Dios tiene de ti, de mí y de cada persona.

¿Cómo podríamos pagar todo lo que gratuitamente recibimos? Primero dándole gracias a Dios, y a los demás, por esto y por aquello. Segundo, viviendo la gratuidad, que implica ver a Jesús, como lo hacía la Madre Teresa, en cada persona y tratarla como lo trataríamos a Él. “Lo que hiciste con el más pequeño, conmigo lo hiciste”. Dios nos eligió para ser sus instrumentos, «Dios siempre cuida de sus criaturas, pero lo hace a través de los hombres” (Beata Teresa)

“yo no lo haría, ni por todo el oro del mundo, yo tampoco”.

Esa es la paradoja del cristianismo, la paradoja del enamorado que se hizo Hombre, quien siempre estuvo pendiente de las necesidades de los demás, que padeció y dio su vida por cada uno de nosotros y quien espera que hagamos lo mismo.

Entérate y “mete el hombro”

Es por eso que la Iglesia, aquí y en todo el mundo promueve innumerables iniciativas de asistencia y de promoción social, entérate y colabora en alguna de ellas. Trata con amor a quienes tienes más cerca, ¡nunca te imaginarás quien se siente sólo! Vive las cosas pequeñas, un beso, una caricia, un detalle de servicio, acompañar, platicar… «No hay nada que sea pequeño a los ojos de Dios, y Él mismo se tomó la molestia de hacerlas para enseñarnos cómo actuar. Por eso se transformaron en infinitas». «Somos pequeños instrumentos, pero muchos pequeños instrumentos en las manos de Dios pueden hacer milagros». (Beata Teresa)

“tomamos fuerza de la adoración a Jesús Sacramentado”

¿Cómo renunciar a nuestro yo, dejar nuestras cosas, nuestra comodidad? Con amor, «Cristo se convirtió en el Pan de Vida porque comprendió la necesidad, el hambre que teníamos de Dios. Y nosotros debemos comer este Pan y la bondad de su amor para poder compartirlo». “El amor para que sea autentico debe costar”. “Hay que dar hasta que duela” (Beata Teresa)

Sólo la gratuidad, el amor incondicional, nos dará la verdadera felicidad. ¡VÍVELA!